
Por la mañana saldríamos para la playa, la maleta estaba preparada, todo listo y recogido para meternos en el coche después de una ducha y coger la carretera. Esa misma noche volví a tener un cólico biliar, el tercero en poco tiempo. Esta vez se complicó, el dolor no remitía del todo y empecé a tener fiebre.
Me ingresaron en la clínica después de hacerme las pruebas necesarias y al final terminé pasando por el quirófano para la extracción de mi perezosa vesícula con pedrusco incluido. Al poco ya estaba en casa para la recuperación y aquí sigo, esperando a que me quiten pronto los puntos y poderme retomar esos planes.
Hay veces en que planificar sirve de poco.