El viernes fue una celebración íntima con Él, ya que era Su cumpleaños y al día siguiente el mío. No daré más detalles... quedan para nosotros.
El sábado me llevé toda la mañana arreglando mi cuarto. Ordené el zapatero y la zona externa destinada a almacenarlos desordenadamente también. Al final tiré unos pares y otros los dejé para regalar. El armario, la cómoda, el arcón que se escondé bajo el canapé de mi cama, a todos sitios llegó mi mano. Todo el maletero de mi madre repleto de bolsas llenas de ropa para regalar junto con esos zapatos que hablamos antes. Rendida. Habitación arreglada, todo ordenado... pero no, no está el armario vacío, amplio pero sin que esté holgado, no creáis.

A la tarde me arreglé para la cena familiar, familia paterna cercana, que habiamos concertado por la noche. Fue en un
restaurante italiano del
Barrio Santa Cruz.
Ains, un cuarto de siglo sobre mis hombros...